Camping en la Esparragosilla
Pedro Esteban Aránegas 3º E.S.O. – B I.E.S. Las Cumbres CAPÍTULO 1- Alberto. Sonó el despertador y Alberto se levantó entusiasmado. Miró por la ventana para ver el tiempo que hacía porque ese fin de semana se iba de camping con sus amigos. Decidieron, tres días antes, que irían a la isla del pantano de Los Hurones. Preparó el macuto azul, los sacos de dormir y su tienda de campaña que tenía forma de iglú. Alberto era un chico de 16 años que vivía en el casco antiguo de Ubrique. Su casa estaba metida en la Sierra y era muy pequeñita, pero acogedora. Era alto, delgado y de piel morena. Tenía el pelo castaño y rizado, sus ojos eran negros como el azabache, su nariz era aguileña y tenía una boca pequeña con unos dientes blancos como la nieve. Solía vestir con pantalones vaqueros azules, una camiseta sencilla y zapatos cómodos. La mayoría de las veces usaba un cinturón negro y ancho. Era agradable y le gustaba, siempre que podía, estar con sus amigos. Era listo, amable, sincero y estudiba lo justo como para aprobar. Expresaba sabiduría y todo el día estaba riéndose de sí mismo. Le gustaban los deportes y era un genio de la informática. CAPÍTULO 2 – La “EsparragoSilla”. El sábado, se reunieron muy temprano en la plaza de La Estrella. Emilio, Jorge y María tenían todo preparado. Antes de salir, revisaron lo que cada uno iba a llevar. Emilio se encargó de la comida, Jorge de la balsa hinchable y de las cañas de pescar, María del “camping-gas”, de las linternas y de las cerillas para el fuego, y él se encargó de la tienda de campaña y de los sacos de dormir. El padre de Jorge los llevó en su todoterreno. Era guarda forestal del parque del Pantano y había conseguido el permiso para que pudieran acampar en la “Esparragosilla”. Cuando llegaron, buscaron un lugar apropiado para la tienda. Se colocaron debajo de un gran árbol. Desde la tienda se veía la isla del pantano. Jorge y Emilio fueron a buscar leña, mientras que María y Alberto montaban la tienda, buscaban piedras para ponerlas alrededor de la hoguera y colocaban el agua a la sombra del árbol. El padre de Jorge se despidió y quedó en que los recogería el domingo por la tarde. Un poco después, prepararon la comida entre todos. Comieron y sortearon los turnos para fregar. Jorge fue el primero en ir a fregar, era una persona frágil, no era muy rápido y tenía gafas. Cuando estaba fregando se le cayeron las gafas y se tuvo que meter para poder cogerlas. Cuando se metió notó que algo le tiraba de la pierna y cayó al agua llenándose de barro hasta las orejas. Empezó a gritar, pero… cuanto más gritaba, más se acercaba a la isla. Cuando sus amigos oyeron las voces, acudieron a la orilla del pantano, pero no lo encontraron. María miró hacia la isla y vio una casa en ruinas desde la que salía humo por su chimenea. Cogió el móvil para llamar a sus padres, pero en la “Esparragosilla” no había cobertura. CAPÍTULO 3 – La casa de la Isla. Sabían que ocurría algo extraño y Emilio, que era valiente y atrevido, dijo que tenían que rescatarlo. Fue por la balsa y se pusieron a inflarla, pero cuando la tenían casi lista oyeron un gran grito: ¡Aaaaaahhhhhhh! Se miraron aterrados y se montaron rápidamente en la balsa. A diez metros de la isla la balsa se pinchó y Alberto tuvo que rescatar a María porque no sabía nadar. Cuando llegaron estaban empapados, muertos de frío encontraron un camino estrecho que conducía hasta la casa. Emilio pudo coger un remo, y mientras se iban acercando a la casa, María cogió una piedra y Alberto un palo. Vieron que la casa tenía la puerta abierta y Emilio entró como un rayo, y, al entrar, cayó en un hueco que daba a una celda. María, que era poco atrevida, se quedó rezagada y esperó que Alberto entrara. Alberto entró sigilosamente y cuando alzó la vista vio a un hombre de aspecto corpulento sentado frente a una chimenea. Tenía la cara quemada, pero sus ojos eran sabios y, de pronto, se levantó. Llevaba un machete y se dirigía hacia él, lentamente. Tenía una camisa abierta y se podía ver un tatuaje en el pecho. Levantó el machete para matarlo, pero María, al ver que iba hacia su amigo, le tiró la piedra a la cabeza. Cayó en redondo y rápidamente Alberto cogió su cinturón negro y le ató las manos. Escucharon las voces de Emilio y bajaron a la planta de abajo. En la misma celda estaban Emilio y Jorge. Jorge estaba atado y Emilio gritaba porque se había lastimado un tobillo. Los liberaron y se fueron de la casa. No sabían cómo volver, así que a Alberto se le ocurrió que podían hacer fuego para que los vieran y que los rescatasen. El padre de Jorge tuvo guardia esa noche, vio el humo y llamó a los bomberos. Cogieron un helicóptero y aterrizaron en la “era” que había junto a la casa. Rescataron a los cuatro y éstos les contaron lo sucedido, pero cuando fueron a la casa, estaba el cinturón en el suelo y sólo estaba la chimenea encendida. Los cuatro se vieron al día siguiente y empezaron a gastar bromas sobre lo sucedido. ¡Alberto propuso ir otro fin de semana al Castillo de Aznalmara!
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Los ganadores del Premio Irene: “Las mariposas Malvas”, contra la violencia, son los siguientes: -Julia Castillo Carro, de 1º Bachillerato -Laura Campo González, de 1º de Bachillerato -Pablo Lobato González, de 3ºA -Patricia Barea, de 1º de Bachillerato -Nazareth Flores Chacón, de 1ºGA Y el mejor video contra la violencia es el de 3ºA: -Sara Pedrosa -Mónica Bautista -Estela Mª López -Natalia García -Paula Cabrera |
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Diciembre 2011
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